
Un resumen a dos niveles, en referencia al pasado y al presente, y un tercer apartado : Desarrollo de nuestras posiciones. Las características probables de la decadencia del capitalismo.
Este texto lo acompañamos de otro con explicaciones, datos y teorizaciones críticas abundantes sobre el tema, con enlaces a libros y otros textos en los que hemos profundizado en este asunto.
Los planteamientos que aquí figuran muy sintetizados o meramente aludidos, en ese segundo texto son mostrados en explicaciones más precisas.
A) Una breve aproximación histórica.
1. El materialismo histórico planteó dos grandes periodos en la existencia del capitalismo, como en cualquier civilización: ascendencia y decadencia.
La decadencia constituye un periodo en que en un modo de producción y sus correspondientes relaciones sociales, su base estructural, van disminuyendo la capacidad y fuerza características del periodo ascendente de su periplo histórico. Por tanto la contradccion entre Fuerzas productivas y relaciones de producción se intensifica y despliega historicamente de manera que al capitalismo le es cada vez mas díficil conseguir alcanzar niveles de acumulación y de cohesión social entre las clases, característicos de su periodo históricamente ascendente; engendrándose necesariamente grandes procesos catastróficos de desvalorización a escala superior al perido ascensional, junto a una prodigalidad de consecuencias del capitalismo que agravan sus dificultades a escala internacional y generan unas enormes tensiones contradictorias en el sistema, y por tanto favoreciendo el desarrollo mundial de las luchas de clases y tensionado las fuerzas proletarias ante la alternativa de ceder o no hacerlo.
Por tanto ese despliegue de tensiones acumuladas propician la revolución social, aunque no en exclusividad, dado que es patente también que dicha revolución puede surgir antes de la decadencia si se reunen las condiciones que precisa. Lo cual, hasta ahora, no ha prevalecido mas que limitada y puntualmente, y como sabemos sin salida victoriosa mundializada.
De la decadencia son extraídas diversas conclusiones: desde gradualistas reformistas hasta ultraizquierdistas voluntaristas, pasando por las que de hecho necesitamos, coherentes con una concepción rigurosa materialista histórica y dialéctica, que nosotros exponemos argumentada y críticamente.
2. La determinación de sus características definitorias y mayormente la evaluación de en qué momento del periplo histórico está el capitalismo, han sido dos aspectos marcadamente presentes en el medio comunista internacionalista.
3. La Gran crisis iniciada en 1873 causó que Engels albergara esperanzas en una cronificación de la crisis de sobreproducción y, por tanto, pudiera acelerar la vía hacia la decadencia del capitalismo, a pesar de poder manifestarse periodos de limitado crecimiento. Se conformó la concepción de que el capitalismo, corroído por sus propias contradicciones, pasaba a impedir sistemáticamente el crecimiento de las fuerzas productivas e inducía sus propias manifestaciones de incapacidad y desagregación. Esta posición, más acentuada todavía, pasó al “Programa socialista de Erfurt” y posteriormente fue entendida como esencial en el centro y la izquierda de la II Internacional. En torno a ella hubo debates sobre el imperialismo, los monopolios y cartels, las crisis, el desarrollo del comercio exterior, los límites de capitalismo, etc. La decadencia era considerada la fase terminal de un organismo económico exhausto que caía a pedazos, y por tanto crecientemente incapacitado para seguir desarrollando las fuerzas productivas.
4. Kautsky consideró que tras esa crisis el capitalismo había generado nueva prosperidad y luego otra vez había entrado en crisis, sin precipitarse en decadencia, pero si inaugurando la Primera Guerra Mundial en 1914. No actuó para modificar la idea de derrumbe decadentista y posteriormente emitió críticas centristas. De tal posición, el USPD extraía conclusiones reformistas, el proletariado tenía que sostener una política activa mediante reformas para acelerar el paso al socialismo.
En 1892 Kautsky afirmó en “El programa socialista”:
“La sociedad capitalista está agotada. Su disolución es solo cuestión de tiempo. La evolución económica irresistible conduce necesariamente a la quiebra del modo de producción capitalista. La constitución de una nueva sociedad, destinada a reemplazar lo que existe, ya no es meramente deseable, se ha vuelto inevitable”
(Kautsky, K. “El programa socialista”. Apar. 6, Cap. IV, Constitución de la sociedad futura)
5. La izquierda socialista, luego comunista, sostuvo posiciones decadentistas a partir de esa guerra, con tres interpretaciones diferenciadas sobre el imperialismo y el derrumbe del capitalismo. Rosa Luxemburg, Lenin y Pannekoek las teorizaron en destacables textos, cuyo estudio crítico es necesario. Asimismo otras teorizaciones influyeron en sectores radicales del movimiento proletario, como es el caso de la “teoría del derrumbe” de Henryk Grossmann, que originó cuestionamientos y adhesiones que también conviene estudiar con tal enfoque evaluativo y crítico. Hoy disponemos de muchas evidencias efectivas y podemos realizar mejores comprobaciones. En nuestro caso tales investigaciones fundamentan un amplio y crítico tratamiento de ese asunto, en torno a la consideración siguiente: En la historia no existen elementos que pudieran avalar que el capitalismo haya entrado en decadencia.
6. La Internacional Comunista y sus dos más notorias izquierdas, la italiana y la germano-holandesa, sostuvieron enfoques decadentistas. A partir de entonces la consideración de si el sistema capitalista está o no en decadencia es importante en el medio comunista internacionalista.
7. Durante el siglo XX y en lo que va de siglo XXI han sido realizadas otras teorizaciones sobre la cuestión de la decadencia, existiendo enfoques colapsistas y decadentistas también en medios izquierdistas pequeñoburgueses.
8. En el medio comunista internacionalista hay diversas posiciones: quienes sostienen lo mismo que sostuvo la IC, quienes han abandonado eso y no afirman nada sobre una posible decadencia en el futuro, quienes fijan otras fechas sobre la entrada en decadencia; y quienes cuestionamos que el capitalismo esté en decadencia, porque consideramos que eso es falaz y desconfirmado tras analizar pormenorizadamente el sistema capitalista internacional.
9. En lo que respecta a este debate en curso, existe una concepción de que la decadencia capitalista no es un marco a sostener, por ser innecesario (FC); otra que sitúa el inicio de esa decadencia en el comienzo del siglo XX y cuestiona los análisis que lo sitúan en 1914 (C.Mcl), y un tercera que concibe la decadencia como un periodo futuro al que necesariamente se ha de encaminar el capitalismo.
Esta última es nuestra posición, que considera que el capitalismo se aproxima al cénit de su periodo de ascenso, y en la que hemos profundizado en la caracterización de las condiciones y características de tal periodo decadente, así como en las implicaciones para la lucha de clases y la revolución proletaria internacional.
B) El debate actual. Los términos en que se plantea y desarrolla.
1. Existe la necesidad de precisar si es válido el ciclo crisis-guerra-reconstrucción.
Tal ciclo no es válido, no concuerda con los hechos verificados en el desarrollo internacional del capital. Evidentemente las dos Guerras mundiales, las numerosas guerras regionales o más localizadas, y el militarismo de extraordinario nivel generado por el capitalismo, muestran que necesariamente tal desarrollo capitalista no puede ser armónico ni exento de intensa competencia, abundantes choques y proliferación de guerras.
Por el contrario el propio enorme desarrollo del capitalismo hasta el momento evidencia que la guerra ha de ser de enorme potencia catastrófica cuando adquiere una dimensión mundial y de poderosa diseminación de belicismo terrorista en las contiendas de los Estados y coaliciones capitalistas. Ahora bien, la guerra no es señal de decadencia, ha estado presente en todo el periplo del capitalismo, aumenta su potencia a medida que la tecnología militarista es desarrollada y hace preciso entender hoy qué tendencias están presentes, su potencial y su dinamismo, y sobre todo por qué no ha surgido una tercera Guerra Mundial cuando el capital ha generado notorias crisis económicas generales. Por nuestra parte están hechas explicaciones necesarias. Ver:
“Condiciones para una tercera guerra mundial. Orígenes de muchas confusiones”.
2. Los enfoques certeros han de cuestionar que el capital hubiera entrado en decadencia tras incorporar la zona de China y del Sudeste asiático al maremágnum capitalista, y también criticando como erróneos aquellos que especulaban sobre si el capital no dispondría de ejército de reserva al realizar tal proceso. Existe tal ejército de reserva, es grande y diseminado internacionalmente; y la incorporación de esas zonas se ha producido en un periodo de ascenso del capital, aportando savia nueva en un formidable proceso de proletarización y capitalización.
Asimismo consideramos falaces las teorizaciones decadentistas centradas en la degradación ecológica, el agotamiento de combustible fósiles, o la automatización económica. Las tendencias y otras realidades presentes no permiten afirmar que el capitalismo esté hundiéndose o a punto de hacerlo. Sabemos que las reformas capitalistas son también impulsoras de catástrofes, explotación y dominio burgués sobre la clase proletaria, pero el capitalismo aún dispone de capacidad para reformarse manteniendo su núcleo central.
3. Un teoría de la decadencia es necesaria. Los errores del pasado y las inadecuaciones y debilidades marxistas no posibilitan obviar tal necesaria teoría. Asimismo hay que insistir en la necesaria existencia de las crisis periódicas del capitalismo, precisando la explicación comunista científica y realizando una rigurosa teorización sobre el proceso de acumulación y crisis en la decadencia que vendrá.
4. Concebir que la decadencia aún no existe, pero que ha de llegar en determinadas condiciones, lleva a la necesidad de precisar las implicaciones estratégicas y tácticas.
La revolución se gesta a partir de contradicciones dinámicas en el proceso de la lucha de clases. Por tanto no hay que descartar que dichas contradicciones puedan llegar a reunirse antes de la entrada en decadencia, a pesar de que actualmente es patente que no se reúnen todavía y que estamos lejos de ello.
Ahora bien las condiciones del capitalismo no son favorables a revoluciones “a la vieja usanza”. Como Marx y Engels sostenían, el proletariado ha de pasar por la dolorosa escuela de los errores, la duda, el temor paralizador, la recaída en antiguas ilusiones y las nuevas experiencias de lucha, para así irse transformando y alcanzar un desarrollo de su conciencia y su capacidad organizativa que le permita encarar al capital.
Eso nos lleva a considerar que las mejores condiciones para que una revolución proletaria surja y se despliegue internacionalmente son las de una profundización de la decadencia, que genere tensiones significativas en crispante reiteración, de tal manera que configuren una situación mundial en la que el proletariado ha de realizar con fuerte masividad, inteligencia práctica y lucidez teórica su movimiento revolucionario; o en caso de no hacerlo el peligro de catástrofe para las dos grandes clases en pugna es evidente, en un ambiente degradado por la acumulación de numerosas consecuencias del capitalismo, luchas y crisis sociales, guerras y degradación ambiental acusada y compleja.
Sabemos que el proceso futuro no puede ser precisado de antemano en todos sus detalles y características, pudiendo haber sorpresas y despertarse energías y capacidades en determinados segmentos de la clase proletaria en lugares particulares. No es descartable, pero desde luego no es la mejor condición que pueda favorecer una victoria internacional y, por tanto, hay que ser consecuentes: impulsar la lucha al máximo de lo posible pero no invitar ni aplaudir a enfrentamientos mal preparados y dispersos. En resumidas cuentas, no transigir con el suicidio de tales sectores si se llega a configurar una situación semejante.
5. Ante un hipotético proceso revolucionario anterior a ese periodo decadente, l@s comunistas internacionalistas han de valorar críticamente sus condiciones si pretenden propiciar el mayor enfrentamiento posible con el capitalismo, y no una acción que esté compuesta por movimientos inmaduros y dispersos, que sabemos son fácilmente derrotados frontalmente o canalizados hacia su perdida de energía y su agotamiento, con las consecuencias negativas que suele traer para el proletariado, afianzadas para muchos años.
No se trata de acumular reformas y esperar, ni de propiciar una aceleración del desarrollo capitalista, tanto económica como políticamente; ni por supuesto de participar en una guerra mundial a favor de un bando burgués supuestamente “menos malo” o “favorecedor” cara al futuro. Se trata de fomentar la lucidez extrema ante la potencia y capacidades del capital. Se trata de evitar errores que conocemos del pasado. Errores que costaron muy caros en diversos ámbitos.
6. En suma, las experiencias de la oleada revolucionaria 1917-23 aconsejan ser cautos y evitar lanzarse a procesos revolucionarios que no encuentran adecuadas condiciones y que al ser vencidos por la contrarrevolución engendran debilitamiento acusado en el medio proletario; y dispersión, confusiones y oportunismos varios en el comunista. Un enemigo como son las fuerzas del capital en el presente exige como antagonista una clase proletaria que forme su fuerza con mucha más masividad y lucidez que en aquellos años.
7. Asimismo la experiencia de la URSS exige tener presente que el voluntarismo sustituista (sintetizado en “la dictadura del proletariado es la dictadura del partido comunista”) expresión de un mal enfoque deformado sobre las relaciones Partido Comunista-Consejos obreros, facilita el paso de la vanguardia comunista a posiciones de gestión del capitalismo, degradando la teoría y la praxis comunista, y obligando por tanto a quienes rechacen ese sustituismo a enfrentarse con tales fuerzas, antaño comunistas revolucionarias, y en tales condiciones, como fue el caso del partido bolchevique ruso, vectores de diseminación capitalista.
Por tanto, hay que saber retroceder cuando las condiciones no permiten realizar el programa comunista, sus medidas y sus orientaciones. Por eso fue justa la llamada KAPDista al PCR (b) para salir del gobierno y del control de Estado, a la cual, como sabemos, el bolchevismo no hizo caso, marcando así su fatal paso a las fuerzas antiproletarias, procapitalistas e imperialistas.
8.No es cierto que el socialismo se forme en el capitalismo como un sistema definido que contrasta y compite con el capitalismo y poco a poco lo va gangrenado hasta imponerse. No es el mismo proceso que sucedió en el feudalismo con el ascenso histórico y económico de las relaciones capitalistas..
El capitalismo sí que genera cierta base material que el socialismo necesita, que propicia la abundancia y no una sociedad de escasez.
No aceptamos el esquema leninista, que proviene de una herencia-base socialdemócrata falaz y dostorsionada. Es mistificador afirmar, como el leninismo y la ideología kautskista, que es posible controlar y dirigir el capitalismo estatal “antesala del socialismo”.
C) Desarrollo de nuestras posiciones.
Las características probables de la decadencia del capitalismo.
Reproducimos parte de un libro editado por nosotros:
“Sostenemos que el capitalismo, en el desarrollo de su periodo de madurez, en el presente muestra tendencias y expresiones contradictorias que indican que se aproxima a su apogeo, pero aún no lo ha alcanzado. No podemos precisar cuánto tiempo llevará este proceso, obviamente. Se ralentizan por momentos las capacidades de desarrollo de los elementos característicos y clave de la fuerza capitalista, se acumulan consecuencias inherentes del mismo que generan enormes problemas y sufrimientos, existen numerosas tensiones, sigue inflándose la deuda, etc.; pero semejantes tendencias aún no lo han situado en el inicio de su decadencia histórica y social, hacia su supresión de manera irreversible; pues existen fuerzas y condiciones como para que, por medio de nuevas crisis y catástrofes desvalorizadoras, emerjan potencialidades que posee, que no están agotadas. Lo iremos comprobando en pocos años, probablemente, dado que se incuban pródromos de crisis económica. Asimismo hay posibilidades de surgimiento de nuevos polos emergentes y de desarrollo contradictorio de los existentes, que compensen las carencias que manifiestan los polos más antiguos. Esto es significativo e importante.
Para el capitalismo, las dificultades en su proceso de reproducción ampliada no marcan aún una tendencia de regresión histórica y económica, sino de avance en la maduración del mismo con dificultades en aumento, evidentemente hacia su apogeo y el inicio de su periodo decadente. Las relaciones capitalistas aún no se han convertido en una barrera infranqueable para el desarrollo de las fuerzas productivas, del trabajo asalariado y del capital. Las cifras y tendencias esenciales que exponemos están ahí, elocuentes. Mostraremos algunas significativas más adelante.
En el periodo decadente se altera definitiva e irreversiblemente la relación entre su “haber” y su“debe”, entre su dinamismo de crecimiento como sistema desarrollando las fuerzas productivas en medio de periodos y expresiones de desvaloraciones, y el incremento de la lasitud general, históricamente acumulativo, de tal dinamismo, incapacitándose para poder hacerlo como antes.
De tal manera, se incrementarán tales periodos de desvalorización cuantitativa y cualitativamente considerados, no solo generando tensiones y contradicciones brutales, tendiendo a concentrar más y más a los dos polos esenciales de la sociedad y sus enfrentamientos, y a centralizar el poder de mando del capital; sino que se irán sustituyendo sus capacidades generales de crecimiento y haciendo que desde el punto de vista de la generación de sus elementos clave aparezcan más elementos negativos que positivos, más degradación económica y social que creación de plusvalor y consenso sociales.
Como Marx entreveía en los Grundrisse:
“En agudas contradicciones, crisis, convulsiones, se expresa la creciente inadecuación del desarrollo productivo de la sociedad a sus relaciones de producción hasta entonces vigentes”.
…“Decadencia no es aparición y acumulación de grandes efectos catastróficos, que desde sus inicios ha generado la civilización capitalista.
Es incapacidad para mantener el ritmo de crecimiento internacional y retroceso acentuado en el tiempo. Es senectud, una fase de la vida donde la muerte está cerca. Y para esta muerte se precisa la revolución proletaria” .
…“hoy corresponde mostrar como tales tensiones y evidencias de limitación no son propias de un mero periodo intermedio de la maduración, sino que nos aproximan históricamente a su apogeo y la apertura de su periodo decadente. Las fuerzas contradictorias y en parte limitantes que hoy son comprobadas, en especial tras la crisis iniciadas a finales de 2007, son para nosotros indicios de ello, pero no de entrada en decadencia, ni necesariamente un “aviso histórico” de que será inminente. En el comunismo marxista se ha visto muchas veces al capitalismo a punto de morir… y sin embargo posteriormente fue comprobado que esa “visión”constituía una equivocación, con negativas implicaciones políticas y de acción”.
…“En relación a estos grandes procesos desvalorizadores de los que hablamos, repetimos que no se trata de una crisis permanente. Para nosotros, como para Marx:
«Estas contradicciones tienen como resultado estallidos, crisis, en los que la anulación momentánea de todo trabajo y la destrucción de gran parte del capital lo hacen volver violentamente al punto en el cual está en condiciones de emplear a cabalidad sus fuerzas productivas sin suicidarse por ello”.
(Marx, K. “Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. (Grundrisse) 1857-1859” (volumen 2), México, Siglo XXI, 2002, pp. 283-284).
El desarrollo de la decadencia expresa y favorece una tendencia a que se intensifiquen y se incrementen periódicamente las crisis, que se convierta en más marcada e intensa que antaño la necesidad de mayores “terremotos” desvalorizadores, la aparición de mayores tensiones y fuerzas destructivas y desintegradores, de mayor esfuerzo para conseguir llegar a niveles de inversión, producción y ganancia anteriores, y mayores consecuencias nefastas del capitalismo contra la clase proletaria.
De tal manera, el estrechamiento de la base esencial para la creación del plusvalor, el capital variable o trabajo a escala social del proletariado, genera dificultades para hacer crecer a ritmos antaño habituales a la propia clase obrera; al mismo tiempo que se incrementan las necesidades de presionar en su explotación y dominio, exacerbando determinantes materiales y objetivas de la lucha de clases… y, muy importante, desarrollándose en tal periodo el proceso de deterioro de sus capacidades asistencialistas, reformistas y reconductoras… mientras niveles elevados y formas de desempleo y de precariedad e inseguridad se van adentrando más y más en la existencia social proletaria y en proletarización. Por tanto tendiendo intensamente a ir creando condiciones para que el desarrollo de la rebelión proletaria llegue a generar un momento en que no exista marcha atrás si se quiere asegurar la supervivencia para grandes componentes de la clase proletaria, así como la gran revancha histórica de la clase dominada y explotada en la que el movimiento del capital y las experiencias de sus propios movimientos han favorecido que se conviertan en detestables sus relaciones, instituciones, formas de socialización, ideologías, subterfugios mistificadores… su civilización clasista”.
…“De tales maneras se expresa que la cantidad deviene calidad y la calidad genera nueva cantidad de expresiones… etc. Engels habló de desarrollo en espiral, y espirales hay de diversos tipos, desarrollo no rectilíneo, que es “transformación de la cantidad en calidad”, “impulsos internos de desarrollo originados por las contradicciones, por el choque de las diversas fuerzas y tendencias, que actúan sobre determinado cuerpo, o dentro de los límites de un fenómeno dado o en el seno de una sociedad dada”. (Engels, F. “Dialéctica de la naturaleza”).
Hoy se conoce mucho más sobre este tema. Así hay numerosas evidencias históricas de que en una fase más alta se repiten algunos rasgos y particularidades de las fases inferiores, insertadas en una realidad cualitativamente diferenciada que ha surgido negando y superando de diversas maneras la fase anterior… etc. Y lo mismo pude suponerse si se enfoca el problema de la decadencia histórica de una sociedad, de su “fase descendente”, en expresión de Engels en el “Anti-Dhüring”.
En la decadencia no se suprime la acumulación del capital, la reproducción ampliada, dado que sin ella no existe el capitalismo. Lo más característico es que su fuerza decae en términos de desarrollo histórico, en un periodo amplio de su historia senil. Pero eso no implica que queden excluidas absolutamente convulsiones que recuperen ciertos niveles de capacidad y fuerza. La decadencia, por tanto, no significa decrecimiento constante, desde el nivel económico alcanzado en el apogeo, ni disminución absoluta progresiva de las dos clases esenciales.
Estas concepciones simplistas chocan con el método y los planteamientos de Marx… y con las evidencias evolutivas del propio sistema capitalista. Específicamente significativo es que el ritmo de acumulación se ralentiza, va cayendo en intensidad, pero aun puede presentar fluctuaciones, tanto al alza como a la baja. Dichos movimientos han de entenderse en un dinamismo más amplio, históricamente considerado, de tendencias que evidencian una incapacidad creciente para acometer sus resultados y objetivos tradicionales. La tendencia a la limitación de la dinámica de valorización que no logra reabsorberse y relanzarse a ritmos superiores a los de antaño, generando consecuencias que exacerban enormemente la lucha de clases, es otro signo específico. Combinación de crisis amplias y profundas, robustas y agudas, en ágil aumento; y periodos de desarrollos económicos de la producción y del comercio, tenues y livianos entre esas crisis, limitándose en tiempo y alcance, en un complejo batallar entre tendencias y contratendencias. Una dinámica que el sistema no puede ni superar ni revertir, que se constituye no en algo coyuntural sino una combinación tal de ciclos que se van permanentizando con esas características dinámicas recesivas.
Como vemos, evidentemente será con posterioridad a su entrada en decadencia que podremos afirmar taxativamente que es así y cuando ha ocurrido.
Ahora podemos investigar y discutir sobre dónde nos encontramos, si estamos o no entrando o en proximidad de la decadencia, si este periodo ya tiene o no elementos para suponerlo, etc. Hoy se ven ya síntomas de la degradación anteriormente referida al proletariado en la precarización y otras formas de temporalización y de generación de inseguridad y degradación de condiciones existenciales a la clase proletaria. Asimismo se ven algunas en cuanto a proletarización social, pero aún queda un trecho histórico por desarrollar a este nivel, cuya magnitud desconocemos”.
…“Las trabas al desarrollo de las fuerzas productivas no significan clausura absoluta del desarrollo, sino desarrollo contradictoriamente limitado y compelido, entorpecido, dificultado en su movimiento. El sistema, entonces, no se estanca, sino que no puede desarrollar todo su potencial. Marx añade que se inicia entonces un periodo histórico social de tipo revolucionario, se intensifica la lucha de clases. No hay hundimiento “puramente económico” y mucho menos “colapso del capitalismo”. Marx defiende que la creencia en la existencia de un límite absoluto al capital por el problema de la tasa de ganancia, como hacía Ricardo, era abordar la cuestión “de una manera puramente económica, es decir, desde el punto de vista burgués”. (Marx, K. “El Capital”. Libro III. http://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital3/MRXC3615.htm )
Marx afirma que la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia “en cierto punto se opone con la mayor hostilidad al propio desarrollo de esa fuerza productiva, por lo que hay que superarla constantemente por medio de crisis”. (“El Capital”. Libro III. Cap. XV. Desarrollo de las contradicciones de la ley). Sostener tal posición es distinto de sostener que la caída de la tasa de ganancia es, en el largo plazo, irreversible y lleva a un estadio final de estancamiento. En “Teorías de la Plusvalía” Marx explica que es un error hablar tanto de una caída permanente de la tasa de ganancia, como de crisis permanente:
“Cuando Adam Smith explica el descenso de la tasa de ganancia por una sobreabundancia de capital, una acumulación de capital, habla de un efecto permanente, y este es un error. En contraposición, la sobreabundancia transitoria del capital, la superproducción y las crisis son algo distinto. Las crisis permanentes no existen”.
(Marx, K. “Teorías de la plusvalía”, Buenos Aires, Cartago 1975, t. 2, p. 426).
Marx sostiene en los “Grundrisse” que la contradicción del capital “se descarga en grandes borrascas”, que son las crisis modernas “que cada vez lo amenazan más como base de la sociedad y de la producción misma”. Unas páginas más adelante, refiriéndose a los límites inmanentes a la acumulación que derivan de la naturaleza del capital, señala que los mismos se manifiestan “en la superproducción” y “la desvalorización general”, por lo que “se le plantea al mismo tiempo al capital la tarea de recomenzar su intento a partir de un nivel superior de desarrollo de las fuerzas productivas, etc., con un desmoronamiento cada vez mayor como capital. Es claro, pues, que cuanto mayor sea el desarrollo del capital, tanto más se presentará como barrera para la producción… prescindiendo de todas las demás contradicciones…”. Lo cual es coherente respecto a la posición desarrollada en “El Capital” de que las crisis generan fuerzas dinámicas que permiten volver a elevar la tasa de ganancia, y que por tanto no puede haber crisis permanentes. Cuánto y por cuánto tiempo, y a costa de qué, serían las preguntas esenciales en relación a lo que tratamos”
…“hay indicios de que nos acercamos al apogeo del capitalismo. Por tanto este precisa de niveles de desvalorización tremendos para conseguir relanzarse, y eso generara crisis tremendas y posibles guerras importantes, comerciales y militares. Los obstáculos a ellas encuentran enormes fuerzas en su contra. A nivel militar la denominada paridad disuasoria basada en la potencia armada nuclear estratégica impulsa no solo a continuar la carrera de diversos armamentos y recursos estratégicos, sino también significativamente a la formación de nuevos alianzas imperialistas que rompan tales paridades. Estaremos lo más atentos que podamos a la evolución en los próximos años. Más no se puede decir fehacientemente”.
(“Dónde nos encontramos en la historia del capitalismo. Hacia la decadencia del capitalismo, pero aún no en ella.” https://edicionesinterrev.files.wordpress.com/2018/09/dc3b3nde-nos-encontramos.pdf )
En otro texto sostenemos:
“La Primera Guerra Mundial, como la Segunda y las numerosas guerras más limitadas que se han producido y se producen, no han destruido la civilización, en este caso su última expresión histórica, capitalista. Es obvio que esta civilización se mantiene, y por tanto el conjunto de condiciones y efectos que la sustentan y se interrelacionan en su reproducción.
La dicotomía revolucionaria precisa es “comunismo o civilización”.
Esta civilización, necesariamente capitalista, genera consecuencias terroristas, catastróficas y degradantes múltiples, que no han anulado la capacidad capitalista de acumular a escala internacional, de reproducirse ampliando su escala de inversiones, negocios y mando.
La desvalorización y destrucción capitalistas han formado y forman parte de un único proceso de expansión de la civilización mercantil capitalista, de sus relaciones, estructuras e ideologías, proceso del cual forman parte las crisis, que no son permanentes, y los procesos de desarrollo capitalista posteriores.
Únicamente si en una futura fase decadente del capitalismo se generalizaran las consecuencias catastróficas a todos los niveles y fueran incapaces el proletariado de realizar su revolución mundial y el capital de mantener sus relaciones económicas y de dominio, se abriría el periodo de “ruina de ambas clases” que el comunismo refiere.
La autodestrucción de la humanidad constituye una posible consecuencia, pero no única ni inevitable. Veamos varios supuestos.
Obviamente, si la humanidad se autodestruyera entonces podría hablarse de la anulación de la civilización.
Si lo generado fuese una involución social y económica reaccionaria, manteniéndose en vida una parte de la población, históricamente asistiríamos al desarrollo de una modalidad precapitalista de civilización, una variedad involucionada respecto al capitalismo. Ni la burguesía sería capaz de mantenerse como clase ni el proletariado tampoco (ambas clases se interrelacionan y necesitan en el capitalismo), manifestándose así la denominada ruina de ambas clases que refiere el “Manifiesto del Partido Comunista”, de 1848. Ruina que en este caso no supondría la desaparición de la humanidad.
Y si la humanidad se redimensiona a la baja, se encoge y concentra por diversos motivos en determinadas partes del planeta con un condicionamiento de crisis ecológica profunda, no tiene por qué derivarse de ello la caída y desaparición del capitalismo”.
Aníbal & materia. 5-02-2020
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